Quiero escribir y me sale sangre, quiero escribir, y no me sale espuma, antes escribía y me brotaba espuma de mar y sal, ahora escribo y me mana sangre. Todos los días desde ese día amanezco a ciegas, rara vez sueño, al menos no sé que sueño. Es el óxido de mi cuerpo el que arrastra y me trae en una masa compacta los horribles sedimentos del pasado, es atroz ese sentimiento, esos ensueños hacen que me despierte entre gritos de terror. Quiero escribir, quiero decir muchísimo y me atollo, no hay pensamiento sin nudo, no hay pensamiento que no llegue a bruma. En el rincón aquel donde durmieron juntos tantas noches, ya no puedo pensar porque me ahogo.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. El la quiso, y a veces ella también le quiso, en noches como esta la tuvo entre sus brazos. Una noche así, lluviosa, entre mares, ya lejos de los dos, salto de pronto y despierto. Es el sueño de una historia triste,…..él era ballenero, y yo iba con él a la mar, pero cuando las ballenas no pasan por mi tierra, esta pequeña bahía de las Azores…………..los pescadores pescan morenas , en noches de luna llena y para llamarlas se cantaba una canción sin palabras: era un canto, una melodía primero susurrante y lánguida y después aguda, jamás he oído un canto tan lastimero, parecía que viniese del fondo del mar o de ánimas perdidas en la noche, era un canto antiguo como nuestras islas, ahora ya nadie lo conoce, se ha perdido, y quizás más vale así porque llevaba en sí una maldición, un destino, como un sortilegio. Él me sujetaba en su mano y comenzaba a cantar, a esperar, a cantar y a esperar, su voz era especial. ¡¡Qué bonito oírle cantar!! Estaba muy solo, su madre murió, su padre se volvió taciturno, callado, y sus hermanos dejaron la mar. Sólo pescábamos él y yo. A veces recurríamos a jornaleros, no podemos salir a la mar menos de cinco. A él le gustaba jugar al amor y bajaba todos los días al puerto, en Europa eran tiempos de guerra y los barcos iban y venían.
La encontró un domingo en Porto Pim, iba vestida de blanco, parecía salida de un cuadro. Se miraron largamente, es extraño como el amor puede entrar dentro de dos. En él entró al observar dos arruguitas apenas insinuadas que tenía ella en torno a los ojos y pensó: ya no es muy joven. Ella cogió su maleta y se quedó. Desde ese momento él no la pudo olvidar, ella le ardía en sus sienes y la buscó, la buscaba todas las noches hasta que la encontró. El me lo contó.
Ella bajaba una noche por la bahía, él la siguió, caminaba ligera sin darse la vuelta. Al otro lado del golfo, donde termina el promontorio, solitaria entre las rocas, entre un cañaveral y una palmera hay una casa de piedra. Quizás la hayas visto cuando paseas por allí, ahora es una casa deshabitada y las ventanas se están cayendo, tiene un algo siniestro. Ella vivía allí, pero entonces era una casa blanca, con recuadros azules en torno a puertas y ventanas. El la siguió, ella entró y apagó la luz, el se sentó sobre una roca y esperó. Esperó hasta que en medio de la noche se iluminó una ventana, ella se asomó y le miró, se miraron …………..déjame entrar, le suplicó. Ella le dejó. Las noches en Porto Pim son silenciosas, basta susurrar en la oscuridad para oírse en la distancia y yo desde aquí lo oí. Estaba saliendo la luna, con un velo encarnado de luna estival. Yo sentí una congoja, el agua chapoteaba en torno a mí, todo era demasiado intenso y yo lo presentí, su sangre la sentí. Entonces, una vez dentro, abrazado a ella, el comenzó a cantar. Lo cantó despacio como un lamento o una súplica, ella solo le dijo, Yeborath, dijo tan solo eso.
En ese momento el me empezó a abandonar, me envolvió en hule y me colgó en el clavo de la cocina, cogió su viola y se empezó a marchar.
Desde esa noche, ella le esperaba siempre en la casa de la bahía, y ya no tenía que llamar. Ella le pedía que cantara su reclamo bajito con la ventana abierta, y que la amara mientras miraba la luna. ¿Quién eres y de donde vienes? Le preguntaba el arponero y ella reía y desnuda le decía, espera un poco. Yo lo sentía, sabía que pasaría, a él lo conocía de pasar muchas noches esperando bajo la luna. Ahora sé que no fue un sueño, que quiero escribir y me sale sangre y no espuma. Yo me moría de celos de verles juntos, de oírle cantar…………tan lejos.
Ocurrió el diez de agosto. Por San Lorenzo el cielo está lleno de estrellas fugaces, conté trece desde el lugar donde estoy colgado, él me dejó allí. Fue a buscarla, la puerta la encontró cerrada y llamó. Luego volvió a llamar, porque vio luz. Ella le dijo…… me voy mañana, la persona que esperaba ha vuelto. Sonreía como dándole las gracias por sus cantos. El vio un hombre, ¿Qué quiere? Preguntó el extraño, en otra lengua que él ahora entendía. Está borracho, dijo ella, antes era ballenero pero ha dejado el arpón, por la viola, durante tu ausencia me ha ayudado. Dile que se vaya, dijo el hombre sin mirarlo.
El volvió su cara, recorrió el golfo sin pisar el suelo, como si volara, no pensaba en nada, porque no quería pensar. La casa de su padre estaba a oscuras, entró sin encender la luz, pero él viejo le oyó. Has vuelto, murmuró. Él fue a la pared del fondo y me descolgó, a mí, a su arpón. No se va a cazar ballenas a estas horas, dijo el padre desde su rincón. Es una morena, dijo él. No sé si entendió lo que quería decir, pero no se movió ni replicó, pero creí ver que hizo un gesto con la mano y se despidió, de él, de mí, de los dos.
Ya no se volvieron a ver, murió mucho antes de que él cumpliera la pena, yo tampoco sé de él. Me usó para lo que la realidad no fue capaz de arreglar y me dejó. Fue el pago a una traición de la mujer que creyó suya. Él era un animal vengativo, ¿Sabes lo que es la traición? Él sí lo aprendió, y yo. Él ya no me lleva al mar, no está conmigo. Ya las morenas no escuchan su canción, él no espera la luna ni ve el sol.
En noches como esta el viento silva y cuenta como su alma no estaba contenta con haberla perdido, es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. La noche está estrellada y ella no está conmigo, se quejaba allí metido; pensar que no la tengo, que nunca la he tenido. Sentir que la he perdido. Como para acercarla, su mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo, gritaba. Su voz buscaba el viento, para rozar su oído. Yeborath, eso fue en lo único que no le mintió, la única verdad que dijo.
Aunque este sea el último dolor que ella me causa, así lo pensó y me buscó. Vino a por mí para matar. Y no en el mar.
De otro, ya era de otro. Como antes de mis besos. Sus ojos infinitos marcaron el destino de esta vida mía, así pensaba y así penaba..
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. Allá a lo lejos.
Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos, ella no está, Lucas así no vive, yo solo soy un arpón ensangrentado y herido.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. El la quiso, y a veces ella también le quiso, en noches como esta la tuvo entre sus brazos. Una noche así, lluviosa, entre mares, ya lejos de los dos, salto de pronto y despierto. Es el sueño de una historia triste,…..él era ballenero, y yo iba con él a la mar, pero cuando las ballenas no pasan por mi tierra, esta pequeña bahía de las Azores…………..los pescadores pescan morenas , en noches de luna llena y para llamarlas se cantaba una canción sin palabras: era un canto, una melodía primero susurrante y lánguida y después aguda, jamás he oído un canto tan lastimero, parecía que viniese del fondo del mar o de ánimas perdidas en la noche, era un canto antiguo como nuestras islas, ahora ya nadie lo conoce, se ha perdido, y quizás más vale así porque llevaba en sí una maldición, un destino, como un sortilegio. Él me sujetaba en su mano y comenzaba a cantar, a esperar, a cantar y a esperar, su voz era especial. ¡¡Qué bonito oírle cantar!! Estaba muy solo, su madre murió, su padre se volvió taciturno, callado, y sus hermanos dejaron la mar. Sólo pescábamos él y yo. A veces recurríamos a jornaleros, no podemos salir a la mar menos de cinco. A él le gustaba jugar al amor y bajaba todos los días al puerto, en Europa eran tiempos de guerra y los barcos iban y venían.
La encontró un domingo en Porto Pim, iba vestida de blanco, parecía salida de un cuadro. Se miraron largamente, es extraño como el amor puede entrar dentro de dos. En él entró al observar dos arruguitas apenas insinuadas que tenía ella en torno a los ojos y pensó: ya no es muy joven. Ella cogió su maleta y se quedó. Desde ese momento él no la pudo olvidar, ella le ardía en sus sienes y la buscó, la buscaba todas las noches hasta que la encontró. El me lo contó.
Ella bajaba una noche por la bahía, él la siguió, caminaba ligera sin darse la vuelta. Al otro lado del golfo, donde termina el promontorio, solitaria entre las rocas, entre un cañaveral y una palmera hay una casa de piedra. Quizás la hayas visto cuando paseas por allí, ahora es una casa deshabitada y las ventanas se están cayendo, tiene un algo siniestro. Ella vivía allí, pero entonces era una casa blanca, con recuadros azules en torno a puertas y ventanas. El la siguió, ella entró y apagó la luz, el se sentó sobre una roca y esperó. Esperó hasta que en medio de la noche se iluminó una ventana, ella se asomó y le miró, se miraron …………..déjame entrar, le suplicó. Ella le dejó. Las noches en Porto Pim son silenciosas, basta susurrar en la oscuridad para oírse en la distancia y yo desde aquí lo oí. Estaba saliendo la luna, con un velo encarnado de luna estival. Yo sentí una congoja, el agua chapoteaba en torno a mí, todo era demasiado intenso y yo lo presentí, su sangre la sentí. Entonces, una vez dentro, abrazado a ella, el comenzó a cantar. Lo cantó despacio como un lamento o una súplica, ella solo le dijo, Yeborath, dijo tan solo eso.
En ese momento el me empezó a abandonar, me envolvió en hule y me colgó en el clavo de la cocina, cogió su viola y se empezó a marchar.
Desde esa noche, ella le esperaba siempre en la casa de la bahía, y ya no tenía que llamar. Ella le pedía que cantara su reclamo bajito con la ventana abierta, y que la amara mientras miraba la luna. ¿Quién eres y de donde vienes? Le preguntaba el arponero y ella reía y desnuda le decía, espera un poco. Yo lo sentía, sabía que pasaría, a él lo conocía de pasar muchas noches esperando bajo la luna. Ahora sé que no fue un sueño, que quiero escribir y me sale sangre y no espuma. Yo me moría de celos de verles juntos, de oírle cantar…………tan lejos.
Ocurrió el diez de agosto. Por San Lorenzo el cielo está lleno de estrellas fugaces, conté trece desde el lugar donde estoy colgado, él me dejó allí. Fue a buscarla, la puerta la encontró cerrada y llamó. Luego volvió a llamar, porque vio luz. Ella le dijo…… me voy mañana, la persona que esperaba ha vuelto. Sonreía como dándole las gracias por sus cantos. El vio un hombre, ¿Qué quiere? Preguntó el extraño, en otra lengua que él ahora entendía. Está borracho, dijo ella, antes era ballenero pero ha dejado el arpón, por la viola, durante tu ausencia me ha ayudado. Dile que se vaya, dijo el hombre sin mirarlo.
El volvió su cara, recorrió el golfo sin pisar el suelo, como si volara, no pensaba en nada, porque no quería pensar. La casa de su padre estaba a oscuras, entró sin encender la luz, pero él viejo le oyó. Has vuelto, murmuró. Él fue a la pared del fondo y me descolgó, a mí, a su arpón. No se va a cazar ballenas a estas horas, dijo el padre desde su rincón. Es una morena, dijo él. No sé si entendió lo que quería decir, pero no se movió ni replicó, pero creí ver que hizo un gesto con la mano y se despidió, de él, de mí, de los dos.
Ya no se volvieron a ver, murió mucho antes de que él cumpliera la pena, yo tampoco sé de él. Me usó para lo que la realidad no fue capaz de arreglar y me dejó. Fue el pago a una traición de la mujer que creyó suya. Él era un animal vengativo, ¿Sabes lo que es la traición? Él sí lo aprendió, y yo. Él ya no me lleva al mar, no está conmigo. Ya las morenas no escuchan su canción, él no espera la luna ni ve el sol.
En noches como esta el viento silva y cuenta como su alma no estaba contenta con haberla perdido, es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. La noche está estrellada y ella no está conmigo, se quejaba allí metido; pensar que no la tengo, que nunca la he tenido. Sentir que la he perdido. Como para acercarla, su mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo, gritaba. Su voz buscaba el viento, para rozar su oído. Yeborath, eso fue en lo único que no le mintió, la única verdad que dijo.
Aunque este sea el último dolor que ella me causa, así lo pensó y me buscó. Vino a por mí para matar. Y no en el mar.
De otro, ya era de otro. Como antes de mis besos. Sus ojos infinitos marcaron el destino de esta vida mía, así pensaba y así penaba..
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. Allá a lo lejos.
Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos, ella no está, Lucas así no vive, yo solo soy un arpón ensangrentado y herido.
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