lunes, 8 de febrero de 2010

Despierto un cuadro


En estos momentos solo tiene la certeza de haber perdido un guante, de lo demás poco entiende, al ponerse el abrigo ha notado su falta, no sabe en qué momento del día se le ha caído del bolsillo… solo lo echa de menos, pero no la entristece. Como tantas noches no puede dormir, hace meses que no se saca la angustia de la cabeza, se siente tremendamente sola en su apartamento, ha tomado el solitario guante, y unas monedas sueltas. Su pequeño bolso lo ha dejado encima de la cama junto al libro abierto que estaba leyendo, las páginas contaban sobre álamos y urracas, decían algo de la apariencia que tenía todo, del cielo y de alguna sonrisa, como si la felicidad estuviera en el aire. Pero no se acuerda muy bien, no retiene lo que lee, solo acerca recuerdos a su cabeza y los sueña. “Le quiero mucho más que usted a mi” le decía esta tarde antes de dejarle… todo el día juntos y solos… No quiere ser la otra, no quiere seguir viviendo sola en ese pequeño rincón que rezuma lágrimas, noches de soledades y ausencias, esperas eternas de una llamada, una excusa… no puede dormir y decide bajar a tomarse un último café, antes de que se empiece a apagar las luces y la inviten a salir. Como cada noche esconderá su mirada bajo el sombreo, sus ojeras y su cansancio ocultos, para que no se interesen en sus ojos buscando su historia, como cada noche dejará que se enfríe el café antes de tomar un sorbo, como cada noche se sentara ante la taza y no tendrá ganas de moverse… Se ha acordado del guante….y no sabe dónde está pero poco le importa…. ¡¡Es que lo ama tanto!! … tampoco sabe dónde se encuentra ella misma, se siente perdida en su tristeza, atada a un destino, le duele el corazón y su latido a veces la abre a codazos, algo le golpea en las sienes, aspira a espasmos, no le basta la boca, no basta la nariz para respirar; el aire le viene a sorbos cortos, la llena, se queda, la ahoga, para irse luego a bocanadas secas, dejándola herida, con el pecho apretado y vacío. Nota como le rechina el miedo y los sentimientos, esta cansada, muy cansada. Devuelve la vida por los ojos pintados y roídos de grises, son tristes Es un constante e invisible sollozo seco el que la acompaña, trata de esquivar nuestros ojos mientras la observamos…ella y nosotros sabemos que es tarde, debe irse pero no puede moverse, sigue mirando la taza y sintiendo su duro latido por todo el cuerpo, late con ella el suelo, late hacia abajo y hacia los costados. Está muy cansada, se cansa de ser la otra, se cansa de tanta espera, de ocultar los sentimientos y callar. Se cansa de llorar… sabe que la estamos mirando y no levanta la mirada del café, quiere parar el mundo, apretar los dientes, los puños y las entrañas. A veces quiere rezar y no sabe, solo sabe que su ángel de la guarda tiene apolillada el ala.… Tiene que comprarse otros guantes… quiere descruzar las piernas y no puede moverse, siente un hormigueo de cansancio pasearle por las venas, siente las piernas cansadas, quiere cambiar de postura y no lo consigue, debería irse a descansar y volver a la felicidad ajena que cuenta el libro. El dice amarla y la invita a la espera… ¿Esperar qué?... Ella no sabe dónde está el guante ni tampoco sabe que se pasará toda su vida quieta en un cuadro. No sabe que alguien pintara algún día su callado silencio, qué viajará por el mundo dormida en un lienzo. Si se viera se sentiría elegante con su abrigo verde de paño y su sombrero. Solo sabe de su enorme angustia de quererlo, de esa intranquilidad constante, solo sabe de sus ojos que la buscan, de su olor, siempre testigo de una locura. Solo se sabe entera cuando él le echa su piel encima, y se separan del mundo, solo así se siente ella. Solo sabe que no sabe qué hacer, que se siente sola. Se amontonan las mentiras, las risas nerviosas, los disimulos y las palabras fingidas. Se le amontona todo, solo sabe que el café se ha quedado frío, tendría que hacer algo con su vida pero ni siquiera sabe si está viva. Ella es esta y no otra, quién siempre esta sola en la vigilia y si duerme, lo hace en un sueño. Se siente enferma, las piernas se le derramaran despacio siempre cruzadas, se nota mareada, un pequeño sudor nervioso le cubre el pecho, se va desprendiendo por dentro a trocitos, sola rebosa, bulle…siente una pena que la taladra y la quema, en esa inmovilidad a la que estará condenada siempre, se tiene que levantar y no quiere moverse, se siente loca, triste, lenta. Está aburrida y quiere exigir una vida auténtica, lo pediría a gritos si pudiera, ahora que aún se siente joven, se siente hermosa. No sabe que siempre será una extraña para mil ojos, que se preguntarán por ella y por su guante perdido, no sabe que se pasará la vida ahí sentada sin poder levantarse, no irá a ninguna parte, no tiene equipaje; si alguna vez llega a tomarse el café y lee su futuro en el fondo de su taza verá que no tiene porvenir, su guante no aparecerá, ella le seguirá amando a él mucho más, seguirá esperando y cansada, muy cansada de esperar. Él siempre la envolverá, sonará en sus sueños, poblará sus vigilias, y la acompañará en sus terrores; solo tendrá su piel pero no su alma. No sabe que nunca hablará porque tiene agujereada la piel de las palabras, no tendrían sentido, no la entenderíamos, esta condenada al silencio. Esa silla siempre estará vacía aunque todos los que la vemos queramos sentarnos en ella, tomarle la barbilla, levantarle la mirada y conocerla. Ella aún no sabe que siempre estará sola.

1 comentario:

  1. ...o él se ha ido, al que cuidó, amó y acompañó. Se lo dio todo y recibó todo. Ya no está pero la ha dejado llena de sueños, de recuerdos, de sensaciones y sentimientos. Ya no le importa la perdida del guante, que el café se enfríe o que interpreten su silencio. Porque ese silencio está tan lleno que la soledad no existe.

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