Padre nuestro que estás en los cielos..... Por qué consentiste que la amara tanto si tú le ataste de pies y manos, si le sabías encadenado de por vida .... Tú, que santificaste tu propio nombre, no pudiste santificar esa unión en libertad… Sí, es cierto que siempre se hizo tu voluntad, solo se quebró algo cuando volviste un segundo la espalda, pero fue corto…aquí en la tierra tu decisión se impuso, no sabremos nunca qué paso en el cielo. Si pregonas amor en tu reino… ¿Por qué tuvo que ser a escondidas? ¿Por qué les cerraste las puertas de tu casa? …Supiste darles el pan de cada día pero no la dicha diaria. Dices perdonar nuestras ofensas, pero quizás él no te suplicó el perdón porque no se sentía pecador, solo estaba enamorado. Tú que tanto y tanto proclamas tu amor, ¿Por qué lo condenaste a ese lamento eterno? Quizás te refieras a otra clase de amor, quizás no entiendas, quizás nunca te has enamorado, pero ese amor era sincero ¿Por qué no hiciste justa su unión?... A ti, que te pedimos a coro: No nos dejes caer en la tentación y sin embargo le hiciste caer en sus brazos, para luego arrebatarla de su lado. Le volviste la espalda enviándolo a un destierro donde sintió el vacío dejado por ella, la que le abrió las venas y le hizo ver el dolor en su propia sangre. ¡¡Atiende Padre!! Él solo quería tenerla dentro, como su propio corazón, que jamás verá, tocará y cuyos latidos no se cansan nunca de darle la vida hasta que se muera. Que esa mala ausencia no le sea olvido, ni fuga, ni llanto. Sino que le sea posesión total del alma lejana, eterna presencia.
¡¡Pobre Salinas!!
Dijo conocerla de repente, en ese desgarramiento brutal de tiniebla y luz, en ese instante se dio cuenta que todas las cosas que creía perdidas, no se perdieron nunca. Todas las guardaba ella. Lo que estaba llamando olvido era ella, ¡Qué tragedia! Tenerla y no tenerla, saberlo y ser consciente. ¡¡No, Salinas!! buen poeta, tenías que vivirlo dentro, te lo tenías que soñar. Y aunque ese hecho mismo se te niegue, te llenaba la vida, ese puro volar sin hora quieta, ese vivir buscándola: y en esa salvación querer salvarte.
¡¡Cuánto amor!! Cuanto ir y venir de letras que cruzan océanos, que llegan a deshora pero nunca tarde, cuanta espera y cuanta dicha. Ella supo volverte los misterios del revés, cambió el ritmo de tu reloj, inundó tus brazos de dicha y desbarató tu corazón. Pero miedo, ¡Cuánto miedo! De ti, de ella, de Dios. Quererla era el más alto riesgo, esperanzas delgadas, sombras oscuras y distancias. Era un vivir temblando de futuro, sentirla de prisa, segundos, siglos, siempres, nadas. Y quererla, tanto, que cuando llegue alguien a pedírtela, aunque sea suya, no la soltarás del todo. Y cuando se vaya dócil a su destino, volverá la cabeza mirándote. Y verás que ahora y siempre será tuya. Lo que él te pide ahora es tenerte dentro, no es un beso, una mirada, ya no necesita que a sus ojos les des presencia. El te quiere más cerca, dentro. Como el viento está invisible, dando su vida a la vela. Lo que el te pide es que seas alma de su ánima, sangre de su sangre dentro de las venas
¡¡Llámala, Salinas!! Dile: “Yo te quiero. Soy yo” Ve a buscarla, de prisa, la alegría, atropellada, loca… y pídele que se desprenda del deseo, del quiero, y ebria toda en su esencia, no le pidas nada, solo abrázala. No obedezcas a gritos, a alarmas ni amenazas. Aplasta bajo tus pies ligeros tus cadenas y el mundo y ¡¡No dejes de quererla!! Dile que la amas, en horizontal, sí, te quiero. Mírale la cara al cielo, de cara. No finjas un equilibrio que no existe entre tu y ella, déjate caer en ella.
¿Por qué Katherine ? Tú que le quisiste y le quieres, como el mar quiere a su agua: desde fuera, por arriba, haciéndose sin parar con ella tormentas, nubes, albergues, descansos, calmas. ¿Por qué volviste tu mirar hacia otro rostro? ¿Porqué le dejaste solo? Hiciste que salieran de sus versos un largo reproche, una queja continua que respira y un eterno lamento. Desde aquí se le oye, ya no cantan los tés de las teteras, ya perdió su patria y su destino, ha perdido su amor y sus amigos. Ya se ha ido.
¡Qué olvidadas se sienten sus palabras….qué olvidadas se sienten las distancias… qué olvidados se encuentran los abrazos…qué olvidados sus ojos que un día, te prometieron tanto! Tú te marchaste de él: eras su vida. ¿Por qué te has convertido en abanico antiguo, en cadáver de un sueño, el cadáver de un sueño en carne viva? ¿Le ves, Katherine? es un hombre de pie, que tuvo un sueño, y alguien se lo mató. Se lo siente en las manos, enormes fosas llenas de tu falta. El vive, pero finge, porque ya antes de ser su propio muerto está siendo el cadáver de un sueño. Que importa que no te tenga, no importa que no te vea. Antes te abrazaba, antes te miraba, te buscaba toda, te quería entera. No hay más estampas. Cerramos memoria, él se ha hecho sombra y ese amor ha dejado de soñarse.
Padre nuestro que seguirás en los cielos, yo quisiera saber por qué no supiste arreglarlo a tiempo, por qué le llamaste tan pronto a tu presencia, quizás una palabra tuya hubiera bastado para sanarle esa llaga, él se quedó muy solo, de ella no sabemos el color de su dolor ni el grosor de su llanto. Yo no tengo potestad de dar perdones, no creo que él obrara falta en ningún sitio, pero aún así, sé que en palabras tuyas puede estar la absolución, ya te oímos “Quién esté libre de pecado, arroje la primera piedra”….. ¿La arrojarás tú? No le hagas daño ni mal, déjales correr, como el agua loca, que corre montañas. Ese daño que hace el hombre al agua, esa orgía de si misma, bailarina de oficio, es pararla. Por eso, déjales vivir tranquilos, soñar de puntillas, no castigues. Salinas, el poeta roto, creó un mundo poético para los dos, un mundo alentado por la pasión, donde se vive el deseo de los amantes, donde no hay distancias, donde lo exterior es relleno, donde no importan gestas o actos, donde todo es sueño. Señor, tu que vives y reinas por los siglos de los siglos, déjales donde estén, quererse en paz.
¡¡Pobre Salinas!!
Dijo conocerla de repente, en ese desgarramiento brutal de tiniebla y luz, en ese instante se dio cuenta que todas las cosas que creía perdidas, no se perdieron nunca. Todas las guardaba ella. Lo que estaba llamando olvido era ella, ¡Qué tragedia! Tenerla y no tenerla, saberlo y ser consciente. ¡¡No, Salinas!! buen poeta, tenías que vivirlo dentro, te lo tenías que soñar. Y aunque ese hecho mismo se te niegue, te llenaba la vida, ese puro volar sin hora quieta, ese vivir buscándola: y en esa salvación querer salvarte.
¡¡Cuánto amor!! Cuanto ir y venir de letras que cruzan océanos, que llegan a deshora pero nunca tarde, cuanta espera y cuanta dicha. Ella supo volverte los misterios del revés, cambió el ritmo de tu reloj, inundó tus brazos de dicha y desbarató tu corazón. Pero miedo, ¡Cuánto miedo! De ti, de ella, de Dios. Quererla era el más alto riesgo, esperanzas delgadas, sombras oscuras y distancias. Era un vivir temblando de futuro, sentirla de prisa, segundos, siglos, siempres, nadas. Y quererla, tanto, que cuando llegue alguien a pedírtela, aunque sea suya, no la soltarás del todo. Y cuando se vaya dócil a su destino, volverá la cabeza mirándote. Y verás que ahora y siempre será tuya. Lo que él te pide ahora es tenerte dentro, no es un beso, una mirada, ya no necesita que a sus ojos les des presencia. El te quiere más cerca, dentro. Como el viento está invisible, dando su vida a la vela. Lo que el te pide es que seas alma de su ánima, sangre de su sangre dentro de las venas
¡¡Llámala, Salinas!! Dile: “Yo te quiero. Soy yo” Ve a buscarla, de prisa, la alegría, atropellada, loca… y pídele que se desprenda del deseo, del quiero, y ebria toda en su esencia, no le pidas nada, solo abrázala. No obedezcas a gritos, a alarmas ni amenazas. Aplasta bajo tus pies ligeros tus cadenas y el mundo y ¡¡No dejes de quererla!! Dile que la amas, en horizontal, sí, te quiero. Mírale la cara al cielo, de cara. No finjas un equilibrio que no existe entre tu y ella, déjate caer en ella.
¿Por qué Katherine ? Tú que le quisiste y le quieres, como el mar quiere a su agua: desde fuera, por arriba, haciéndose sin parar con ella tormentas, nubes, albergues, descansos, calmas. ¿Por qué volviste tu mirar hacia otro rostro? ¿Porqué le dejaste solo? Hiciste que salieran de sus versos un largo reproche, una queja continua que respira y un eterno lamento. Desde aquí se le oye, ya no cantan los tés de las teteras, ya perdió su patria y su destino, ha perdido su amor y sus amigos. Ya se ha ido.
¡Qué olvidadas se sienten sus palabras….qué olvidadas se sienten las distancias… qué olvidados se encuentran los abrazos…qué olvidados sus ojos que un día, te prometieron tanto! Tú te marchaste de él: eras su vida. ¿Por qué te has convertido en abanico antiguo, en cadáver de un sueño, el cadáver de un sueño en carne viva? ¿Le ves, Katherine? es un hombre de pie, que tuvo un sueño, y alguien se lo mató. Se lo siente en las manos, enormes fosas llenas de tu falta. El vive, pero finge, porque ya antes de ser su propio muerto está siendo el cadáver de un sueño. Que importa que no te tenga, no importa que no te vea. Antes te abrazaba, antes te miraba, te buscaba toda, te quería entera. No hay más estampas. Cerramos memoria, él se ha hecho sombra y ese amor ha dejado de soñarse.
Padre nuestro que seguirás en los cielos, yo quisiera saber por qué no supiste arreglarlo a tiempo, por qué le llamaste tan pronto a tu presencia, quizás una palabra tuya hubiera bastado para sanarle esa llaga, él se quedó muy solo, de ella no sabemos el color de su dolor ni el grosor de su llanto. Yo no tengo potestad de dar perdones, no creo que él obrara falta en ningún sitio, pero aún así, sé que en palabras tuyas puede estar la absolución, ya te oímos “Quién esté libre de pecado, arroje la primera piedra”….. ¿La arrojarás tú? No le hagas daño ni mal, déjales correr, como el agua loca, que corre montañas. Ese daño que hace el hombre al agua, esa orgía de si misma, bailarina de oficio, es pararla. Por eso, déjales vivir tranquilos, soñar de puntillas, no castigues. Salinas, el poeta roto, creó un mundo poético para los dos, un mundo alentado por la pasión, donde se vive el deseo de los amantes, donde no hay distancias, donde lo exterior es relleno, donde no importan gestas o actos, donde todo es sueño. Señor, tu que vives y reinas por los siglos de los siglos, déjales donde estén, quererse en paz.
Se que publicarás muchos Periquetes de tinta. La inspiración y la capacidad la tienes de sobra. El sentimiento te desborda.
ResponderEliminarBrindo por ti y por tus letras....con ese vino romano que conocemos. Un beso
Paca: !qué bonito¡, transmites y haces sentir tus mejores sensaciones a los demás. Esto sí que es envidia, envidia y lo demás es cuento.
ResponderEliminarUn beso y felicidades
Lola
Seguro. Es seguro que con semejante plegaria les habrán dejado amarse en paz. Si no los dejaran, ellos lo harán porque Él dijo que el amor (acaso también la Fe) mueve montañas.
ResponderEliminarQue bonito Paca. Cuanto debes saber de ellos, de lo que sienten, de lo que se aman.
Y que bonito sentirlo.
Rafael