martes, 20 de septiembre de 2011

Justa


La tarde.
Llueve.
Llueve sobre Justa porque no le gustan los paraguas.
Llueve sobre la ciudad y sobre la decrepitud de su padre.
Llueve su alma y sus heridas.
Llueve sin parar.
Llueve.
Justa tiene que pasar hoy la noche en el hospital, velando la enfermedad y vigilando al milagro al que se une su padre… Justa ha dejado su casa, ha dejado sus hijos…. Y sus tareas hechas…. Planifica su noche para estar junto a su padre…. Metió las zapatillas en una bolsa, el neceser con el cepillo de dientes y algún carmín… metió un poco de cena, un libro y una chocolatina. Lleva meses preparando esa bolsa cada cuatro días para pasar una noche con su padre… Lleva años viendo como cada instante muere más…. Como su padre arrastra la vida y la soledad. Ese hombre es muy mayor, demasiado mayor para vivir, pero ahí está, sin estar en ningún sitio…..demasiado delgado. Ha adelgazado mucho.
Demasiado. No le queda más que piel. Está pálido y sin brillo, su piel seca y llena de arrugas. Su boca está entreabierta y sus brazos aburridos se extienden a lo largo del cuerpo. Se le pueden ver las venas azules bajo la piel transparente y contarle los huesos de todo su cuerpo. Cuando Justa llega le refresca la cara y el pelo con un poco de colonia, le arregla el pijama y le pone un par de gotas de colirio en sus ojos perdidos…. Ya solo queda esperar… espera y espera…. No quiere empezar a mirar el reloj porque le asusta el tiempo que tiene que pasar junto a su padre una noche más. Ya sabe que nunca más va a moverse o a mirarla, que no volverá a salir de esa dura cama…. Que ya no tiene vida. No puedo más, piensa abatida, no reconoce en esa persona al padre que tuvo y sin embargo sufre por el dolor que lleva encima… No es un dolor ajeno….Le duele verle así, no ve solución ni tiene paciencia para esperarla… Intenta implorar a Dios y a todos los Santos…. Se pregunta porqué a él, porque a ella…. Fija la mirada en el viejo reloj de pulsera de su madre. Un instante…. Pero no mira la hora…..contesta una llamada de teléfono de algún hermano… son unos minutos en los que se hablan frases repetidas, de consuelo mutuo…. Alguna risa para templar… alguna novedad familiar….Calcula…. Espera y espera…. Lleva meses viviendo al ritmo de la respiración de su padre. Mira fijamente al hombre tumbado en la cama. Aspira profundamente. Mirándole el pecho puede contarle las respiraciones. Sabe que antes de contar cincuenta entrará la enfermera a cambiarle el gota a gota que riega su vida. Otras cincuenta respiraciones más y vendrá con un termómetro y algo que mide su tensión….. no olvidará la glucosa en sangre…. Le dará un dato que ya carece de importancia para Justa y para su padre. Todos los días igual, cruzará con ella unas palabras amables y se marchará. Luego un largo silencio y a esperar…. espera y espera…... Mira lenta y largamente alrededor. La habitación, su padre. Ese cuerpo en el vacío. Ese cuerpo vacío…. Si la viéramos, ahora su cara y su temple son de inercia…. Su postura encogida… el codo apoyado en el brazo del sillón y su mano sujetando la cabeza y sus pensamientos……..espera, espera, espera….. Nota los pies hinchados y busca el somier de la cama para posarlos allí…. Se agarra con los dedos al frío metal…Está encogida sobre sí misma y sobre el dolor, sobre la pena y el aburrimiento que siente con esta larga y eterna situación…Se irán apagando los ruidos del pasillo y los paseos de las enfermeras…. Cada vez se siente más sola en ese silencio….espera, espera.
¿Qué espera? ….. Justa no sabe qué espera.
Justa adora a su padre, le mira allí callado e inmóvil y cree morirse de pena… es un puro milagro… enganchado a esa máquina llena de cables y lucecitas de colores como si algo estuviera en fiestas…. Mira esa bolsa que cuelga de él… llena de un amarillo tan hermoso que a veces se pregunta porqué un color como aquél permanece oculto en el interior del cuerpo… ama a su padre tanto que le besaría la sangre…. Agarra la mano de su padre y palpitan juntan, una contra otra, la yema de su dedo índice acaricia la cicatriz que tiene el anciano cerca del pulgar…. En la palma de la mano, aquella que se hizo una navidad cortando un duro turrón… Ay, papá… cuánto dolor… el propio dolor y la vida misma la hipnotizan, duele, recuerda alegre alguna imagen de su infancia que la hace sufrir como ningún otro tormento…. Se sienta, se levanta, se vuelve a sentar… espera… espera… se levanta, se sienta al lado de su padre, junto a su cadera… lo mira y observa sus sueños, sin sonido y en blanco y negro, como de cine antiguo…. Tiene la sensación de que alguien ha pasado un borrador por el tablero de la vida de su padre, donde estaban escritos sus días con tiza, dejando solo un manchón blanco como una nube.
Espera……..se levanta… se sienta en el sillón… cierra los ojos, parece dormir.
Cae la noche. La calle se oscurece. El día se va. Suele pasar la noche en una inquieta duermevela… Se despierta y comienza a estar abrumada por los recuerdos, desde que su padre perdió la consciencia, ella ya no disfruta a su lado… le gustaba escucharle sus historias antiguas y sus desvaríos…El hombre, entonces se sentía importante…..Ella solía pensar con dolor que estaba disfrutando a su lado como no lo hacía desde pequeña a pesar de estar tan enfermo….hubo un tiempo de verdadero placer en la sensación de cuidarle y mimarle…..de verdadera conciencia de tenerle….pero ya solo siente desespero y angustia…. Se levanta pesadamente y contrariada abandona el sillón al lado de la cama…da algunos pasos por la habitación, mueve las lamas de la persiana y mira la calle oscura… Resuenan lamentos en el pasillo del hospital.
¡¡Me volveré loca!!
Justa no sabe rezar…. Nunca ha logrado aprender, sabe muchas oraciones, pero no sabe rezar…. Solo llega a decir de vez en cuando…¡¡Ay, Dios mío!!.... No logra encontrar a Dios…. Ya tampoco cree en esa ciencia que le ha devuelto a su padre tantas veces….Ya es tarde. Justa ya no cree en casi nada.
¡¡Él está cada vez más débil y yo cada vez más loca!!
Tantos meses a su lado la empujan a masticar el tiempo… a mover recuerdos que casi tenía olvidados… a conocer sus propias faltas y sus errores…..espera y espera.
¿Me escuchas, papá?
¿Me oyes?
Las respiraciones tienen su cadencia habitual… la boca sigue entreabierta. La tonalidad cenicienta de la tristeza se extiende por sus labios. Permanece siempre en un silencio de miedo. A veces habla sola ahogada en sus lágrimas, se acurruca en su angustia y piensa en la culpabilidad que ya barrunta. Ella le cuenta las novedades de su vida, sus pecados, sus enfados con el mundo, sus sueños y anhelos… Ella solo puede contarle. Se lamenta de todas sus desgracias, todas sus miserias. Mira el gotero y cuenta las respiraciones. Coloca la sábana…… espera y espera. Está acostumbrada a esa presencia vacía…..Son momentos en que se llena unas veces de rencores y otras de lindas nostalgias…. No puede evitar esa confusión constante…. Solo tiene la certeza de amar a su padre y del miedo constante que la embarga….espera, espera…. Cuenta las respiraciones y juega a adivinar algún movimiento en el pasillo, se conoce a los enfermos y a los familiares…. Muchos meses de rutina…. Le coge la mano a su padre…. E intenta hacerle las cosquillas que él le hacía a ella de pequeña…buscando el hueco de la palma de su mano le cosquillea con el dedo corazón…. Se le inundan los ojos de lágrimas….Cree que no puede más.
Se levanta, súbitamente. Sale de la habitación. Se la oye dar vueltas por el pasillo y decir… ¿Pero que me pasa?... ¿Qué estoy haciendo?... ¿Por qué?.... ¡¡Qué cansancio!!... Esto no es normal, no, no es natural su pensamiento aunque sí, su claro sentimiento…. Pero decide…. Ya no volverá a esperar. Vuelve a entrar en medio de una desesperación desesperada……..Ya no tiene más paciencia para soportar esta carga….. No espera, no espera…. No espera….Es egoísmo y generosidad.
Vuelve a la habitación con la mirada sombría y miedo en el cuerpo. El hombre sigue ahí. Con los ojos abiertos, la respiración al mismo ritmo. El suero medio vacío. Caen las gotas, como antes, con la misma cadencia….No las cuenta. Siente las manos temblorosas. Se acerca a su padre y le pasa la mano por su negro cabello bien peinado, casi no tiene canas…. Le acaricia la mejilla. Se para. Respira profundamente. Con gesto seco tira de tubos y cables, pulsa los botones que el temblor de sus manos le dejan y cierra llaves…. No sabe qué ha hecho o si lo ha hecho bien. Cierra los ojos, y a su padre le libera la boca. Se da la vuelta, con los ojos cerrados. Avanza con paso incierto. Solloza.
¡¡Dios perdóname por ser Justa!!
Justa recoge sus cosas y sale de la habitación pegando un tirón de la bolsa.
Corre por las escaleras sin esperar el ascensor…. Corre por los pasillos desiertos….Corre por un bonito y mojado jardín….Corre por el aparcamiento…. Corre por las calles… Cruza la muralla que abriga su ciudad y sube la mirada a la torre de una iglesia pidiendo quizás clemencia…. La Virgen duerme y no la ve, Corre, corre…. Se adentra hecha hiel y espuma en las calles calladas de un barrio ajeno y dormido. Corre….corre…y corre………… Justa, aún no sabe que se pasará la vida corriendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario