sábado, 20 de marzo de 2010

Mapa para amantes perdidos

Aprovechando un descuido de Alá se escriben estos renglones que reivindican la voz del alma de los musulmanes, ahondan en los problemas de libertad en el amor y en la elección de una manera de vivir. El amor, como peligro, envuelto en reglas muy estrictas y bajo la atenta mirada de Alá todopoderoso y sus preceptos. ¿Cómo la intención de romper un todo establecido y la lucha por un deseo propio te cuesta la vida?...........¡¡Por Alá!! ........ Mediante cuatro estaciones y sus cambios en la naturaleza, hermosos corazones cantan sus historias de amor. Son historias a saltos, a pata coja pero sin pisar líneas, como jugando al juego de La Rayuela. Amantes que son conducidos a la muerte por amar, expresiones de vergüenza que cruzan los rostros en cuanto mencionan el nombre de su amor, o cuando aluden a la búsqueda de la felicidad y se encuentran con el pecado. ¿Quién es nadie para juzgar? ¿Quién es Alá? No es que el mundo se empeñe en frotar sus heridas con sal, sino que Alá los ha recubierto de sal para asegurarse de que sientan dolor siempre que tengan una herida. Alá no te lo permitirá, no te permitirá amar.
Son escenarios maravillosos, un eterno amor a las mariposas, sitios donde los reyezuelos hacen nidos en los bolsillos de las chaquetas colgadas en tendederos y sus dueños con una sensibilidad desbordada no tocan hasta el próximo otoño, mágicamente las calles se llenan de oleadas del azul intenso de los pavos reales, y periquitos verde brillante de cuello rosa lanza graznidos mientras atraviesan los copos de nieve como un dardo. Carámbanos como flechas nos caen a los pies, miles de abejas posadas en los tilos, mientras bajo sus cortezas hibernan las polillas esperando renacer, calles bordeadas de cerezos salvajes, castaños de indias y cruzadas por puentes de espejos. Árboles que en vez de frutos dan bolas de cristal llenas de sangre que predicen una ira roja y una muerte roja. Y un rincón, un maravilloso rincón, mi rincón, nuestro rincón.
Mi ensoñadora librería en medio de un lago……. Safeena……. la verás de camino al rincón del Escándalo. Allí se buscan los dos, en medio de un follaje de terciopelo y brocado buscan yacer el uno junto al otro, a la deriva en una barca, sostenidos por su propia historia. Pensar en Suraya le produce todavía una reacción química en la sangre. El lago está rodeado de bandas concéntricas de arena multicolor, de grupos de juncos, de cantos rodados y, un poco más arriba, de pinocha, que el agua de la orilla mordisquea suavemente. Suraya se dirige hacia la cabaña rodeada de arces, por todos lados crece hiedra, no para de lloviznar, Shamas también se dirige a buscarla. La librería está pintada de un color marrón intenso, el color de las especias fuertes. Al principio, no tenía más que unas pocas cajas de libros. Estaba llena de arañas y tenía el cableado eléctrico a la vista, pero poco a poco, la fueron limpiando y empapelaron las paredes con un diseño de ramitas de sándalo, salpicado de parejas de ciervos con las colas como borlas de polveras. Ese es mi rincón, muy a pesar de Alá, el todopoderoso, mi maravilloso rincón. ¿Alá el bondadoso y compasivo sabrá perdonarme?
Shamas tiene que dejar de pensar en la muerte y la desdicha. Necesita tocar a Suraya, á pesar de Alá, tocar su juventud, la vida que hay en ella, sentir su aliento fresco en la cara. Él no quiere que ella sufra, en sus encuentros es fácil percibir el conflicto en la expresión del rostro de Suraya, el caos desatado en su interior, la estruendosa lucha entre la fe y la falta de fe……….¡¡El pecado!!.......... Ellos no deben estar allí. Siempre buscando el perdón de Alá. El sabe que la encontrará en Safeena, junto al lago, y sigue su senda sintiendo los dedos y las palmas de las manos húmedas y temblorosas, y continua andando por ese camino en medio de la maleza. Y ella está allí, esperándole. En medio de esa oscuridad, Shamas rodea suavemente el cuello de Suraya con su brazo izquierdo e inclina la cabeza para posar sus labios sobre los de ella. Su otra mano se hunde hasta la muñeca en sus abundantes rizos. La piel de ella huele a corteza de abedul y a almendras. Su melena está salpicada de destellos de electricidad estática, ella responde a sus besos y él la conduce al interior de la pequeña librería, donde huele a papel y a tinta. Ella es la vida. El ángel de la misericordia. Shamas es consciente del ruido que hacen los pulmones de Suraya. Él recorre su cuerpo sembrando pequeñas hogueras en su piel, pequeña detonaciones, y las parejas de ciervos rodeados de ramas de sándalo vuelven las cabezas para mirarles desde el papel de las paredes, él limpia con sus besos el pálido sudor de su cuerpo. Shamas apoya su rostro sobre el cuerpo de ella y susurra que es sorprendente darse cuenta de que ya conocía de antes el ritmo de su respiración. Él sigue buscando, descendiendo por ese cuerpo, descubriendo; la urgencia de él hace que la boca de Suraya, de repente, suelte un grito de sorpresa, quizás alguna protesta, hasta que contiene su respiración y cierra los ojos, se entrega como un río que sigue su curso. Otra vez desde la pared, los ciervos vuelven la cabeza para mirarla.
Cuando Zeus decidió yacer junto a Alcmena hizo que la noche fuese tres veces más larga. También él desea ahora que el alba no llegue a la hora indicada. Siempre……….Alá perdóname. Siempre rogando a Alá. Teme pasar el resto de su vida vagando por las calles susurrando el nombre de ella.
Siempre purificándose. Pero él no quiere perder su compañía………..ni su cuerpo. Solo quiere tocarla, arrancarle parte de su pena, y quedársela él, pero no puede, no está permitido. Alá le perdone. El sabe que no la olvidará, no cree disponer del tiempo suficiente como para poder olvidarla, porque para tales procesos se necesitan varias décadas y él ya es demasiado viejo. Suraya le acompañará hasta la tumba, muy por encima de Alá. Deja escapar un grito íntimo, el eco, y después, el eco del eco. Un grito, en el bosque de la vejez de su soledad. Alá, siempre Alá. No se puede amar con el alma esposada. Se siente como un juguete de cuerda que se ha topado contra un pliegue de la alfombra. Está frenado, todavía siente que tiene cuerda para seguir. Solo quiere amarla en todos los rincones de Safeena, con las cortinas echadas y los relojes ostensiblemente ocultos, como sucede en los casinos, aunque nadie les avisaría a tiempo de que lo que se estaban jugando allí era la vida. ¡¡Cómo la amaba, y Alá no lo dejaba!!
Pero estaba escrito en el libro que escriben los ángeles, El Libro del Destino, ese texto dorado, ese al que al abrirlo las polillas chocan ruidosamente atraídas por la luminosidad que emana la tinta de Alá. Están atrapados el uno junto al otro, confinados en la misma prisión solitaria…..y no hay escapatoria prudente. No existe ningún mapa posible para estos amantes.
Alá se filtra en su vida, se filtra en sus sueños, en su esperanza………………en las otras vidas de la novela, entre Jugnu y Chanda, sembrando odios a su alrededor, en la existencia de kiran, un rayo de luz que Alá consiguió apagar, en las entrañas de kauka, haciéndola venenosa por su ignorancia……………el todopoderoso Alá entra en tu sentir, en tu tomar, en tu coger, en tu notar…………….nada es libre, él siempre decide, porque él es siempre así. Sin más, a veces Alá no es una elección, más bien una eterna obligación.
Una brillante novela, que juega con la naturaleza; quizás por ponerle color a estas dramáticas vidas, el autor le pone nombre a flores, pájaros, árboles y especias, bellos ambientes para envolver a estas mujeres-polillas, encapulladas en un entramado de normas, religiones y temores, que nunca podrán ser mariposas. Que más dará que se llame Alá o cualquier otro nombre, si al final estás condenada a morir aun antes de nacer, sin ninguna opción de libertad. Una celebración al amor y a la vida. Una protesta a gritos por la falta de libertad. Señales y sonidos, olores y colores son un intenso telón de fondo en toda la novela. Descripciones maravillosamente exuberantes. Es cierto, encontrar el amor es a veces perder la vida, aunque estés viva, pero la ley de Alá es la ley de Alá y no puede cuestionarse.
Claro está que…………….. ¡¡Alabado sea el poder de Alá!!
Una historia con néctar de letras. Deliciosa y envolvente.

1 comentario:

  1. Basta cerrar los ojos y dejarse arrullar por tus palabras para saborear el nectar de las flores, escuchar a los ciervos en el prado, oir el viento en las ramas de almendros y oler a sándalo.
    Que delicia leerte. Sigue haciendolo para tu disfrute y nuestro recreo. Es la expresión de tu libertad. ¡¡¡ Que envidia !!! Rafael

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