
Era una niña sentada en la ventana de la vida esperando.
Siempre esperando el porvenir y el porvenir que no llega.
Mi madre fue unas castañuelas.
Un traje de lunares escondido en la esquina de un colchón.
Una niña hecha muy temprano de trabajo, obediencia y sudor.
Para mi fue una matriz nueva que se estreno con mi vida.
Fueron nueve meses cargando con todo mi aliento para festejar la vida un día de agosto.
Su cuerpo es mi paraíso perdido y de allí, ningún Dios podrá expulsarme.
Alguna vez, estoy segura, ese cuerpo fue territorio de mis besos.
Quisiera recordar esos días pero no puedo.
Fue una carne dulce y unas caricias.
Un correr porque yo toso, estornudo o enfermo.
Pero sí recuerdo una bella mujer con su pelo muy tirante.
Siempre derecha, bella y coqueta.
Una linda fregona en el patio de mi colegio.
Mi madre son torrijas y miles y miles de rosquitos con azúcar.
Luego fueron unos pies sin parar en el pedal de una máquina de coser.
Ella algún día estará cansada, pero será un cansancio como el de los héroes.
Yo quiero que gane su batalla, que salga ilesa de sus días.
Mi madre tiene manos de especias, refritos y guisos.
Esas manos, aunque siempre doloridas, nunca dejan de bailar.
Es llegar del colegio y encontrarte los muebles cambiados.
Mi madre es llegar a casa y encontrarlo todo muy vivo.
Unos retales, dos cupones y siempre una ilusión.
Siempre otra ilusión…Y otra ilusión.
Su vida siempre han sido lindos castillos de arena.
Son dos preciosas piernas y su cabeza de plata inclinada hacia un lado.
Siempre la adornan, dos blancas perlas, unas gotas de perfume y unas medias de cristal.
Nunca desnuda, nunca vestida de desaliño…. siempre ella.
Nunca descosida ni enmendada, siempre entera.
Mi madre es preciosa.
Y el pilar más importante de mi casa.
Es un patio de macetas, y una tijera cantarina que quita hilvanes.
Mi madre es una canción, dos tonadillas y una bonita voz.
Mi madre nunca está cansada.
Siempre dos agujas de punto, unas madejas y un pequeño proyecto en las manos.
Mi madre es intensidad, inmensidad, es enorme.
Mi madre siempre dice Si.
.Mi madre es una testigo importante de la precariedad de su vida.
Es equilibrista sobre un suelo inestable y un vivir tambaleante.
Ella son dos perras chicas en la esquina de un sofá.
Mi madre son noches de verano en un umbral, contándome recetas de cocina.
Ella sin querer, me enseñó la ilusión de coser algún invento, bajo su perfecta sombra.
Ahora voy hilvanando estas letras para ver si la sigo cosiendo a mi vida.
Sus años se acomodan en sus huesos y ella sigue sin saber vivir.
Yo creo que ya no va a aprender.
Yo quisiera saber romper los relojes del tiempo pero no puedo.
No puedo pensar en mi vida sin ella porque corro huyendo.
Mi madre es un dobladillo en mi corazón, es la tinaja que me guarda, es mi mamá.
Siempre sabré que me quiso de la única y curiosa manera que supo.
Ahora sus nietos la llenas de vigilia y dolor.
Mientras ella se llena de marcas que le deja el tiempo, de lágrimas y desvelos.
Ella es mi madre.
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